El día 23 de julio de 1990, Antonio Trevín y un señor de Valladolid se reúnen en Llanes y deciden, por su cuenta y riesgo, que van a construir 258 viviendas junto a la playa de Cuevas del Mar, en suelo no urbanizable y con vistas al mar, aprovechando la elevación del terreno. Habrá también un hotel para 500 camas, o bien un club social para la urbanización prevista.
En caso de que el señor de Valladolid lo considere oportuno, podrá sustituir el hotel o el club social por un centro comercial, para dar servicio a la urbanización. Los vehículos no podrán sobrepasar el túnel anterior a la playa, con la excepción de los pertenecientes a la urbanización.
La operación en su conjunto suponía aprovechar una superficie de 258.000 metros cuadrados, equivalente a 25,8 hectáreas de terreno.
El escándalo fue de tal envergadura que en Oviedo prohibieron de inmediato a Trevín llevar a cabo esta aberración urbanística. Fue la primera señal de alarma que el trevinismo daba a todo el Concejo de Llanes. Al poco tiempo aparecieron un sinfín de actuaciones similares, sobre todo en las proximidades de la costa. Todas ellas acabaron siendo, por desgracia, el santo y seña del trevinismo durante 28 años: favorecer a especuladores foráneos y desprecio por el paisaje y el medio ambiente, de espaldas a los vecinos.
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