El trevinismo tiene una acreditada maestría a la hora de poner en bandeja a los especuladores los mejores terrenos del concejo. Primero se hace una llamada en el BOPA a inversores “reales y comprometidos”, explicando en el pleno municipal que se trata de promover la “participación ciudadana”. A continuación, cuando ya los citados inversores se hicieron con los terrenos, Trevín los recalifica. El siguiente paso es siempre el mismo: evitar que las recalificaciones salgan a información pública para impedir que los vecinos participen o presenten alegaciones. Es lo que deja claro el Tribunal Supremo en sus sentencias de 2002 y 2011.
El resultado de esta estrategia trevinista, repetida una y otra vez, no es otro que el negocio del siglo para los especuladores. Pongamos un ejemplo entre muchos: La Talá. Aquí es público y notorio que un conocido empresario compró La Talá en 1996 por 3 millones de euros y la vendió en 2006 por 38 millones, y todo sin poner ni un solo ladrillo. Claro que, para lograr esta ganancia de 35 millones, el empresario “se encontró” con que Trevín le facilitaba edificar más de 500 viviendas en La Talá. Trevín era pieza necesaria e indispensable en esta operación, y por eso hemos dado en titular este comentario con el sobrenombre de “TREVÍN 35”.
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